
Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o en la mera y sencilla felicidad.
J. L. Borges
J. L. Borges
jueves, 15 de octubre de 2009
No sé en que me estoy convirtiendo y enserio que, a veces, me asusta. Ya casi no lloro, ya no hablo de lo que me pasa, no pido ayuda, una mano un consejo. Enserio que lo necesitaría pero no puedo. Necesitaría sentarme con alguien y poder contarle todo y llorar (porque enserio necesito llorar por algo todo me hace llorar) y sincerarme y pedir un consejo, un abrazo. No hay soluciones porque el problema es ese, es que no puedo hablar, que me cuesta decir lo que me pasa y por eso termino alejandome, encerrandome. Con casi nadie (o nadie) soy como soy y al final, ni yo se como soy: no se nunca si soy yo o soy esa yo encerrada que no habla y no sabe que decir. Necesito enteneder que no estoy sola en esta lluvia, que tengo amigos, que la ayuda está, el oído está, pero hay que ir y pedirlo, buscarlo y NO PUEDO.
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