Porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren

Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o en la mera y sencilla felicidad.
J. L. Borges
J. L. Borges
viernes, 2 de abril de 2010
una vez más.
Nos amábamos y nos amábamos con locura, nos llenabamos de besos que chorreaban amor, pasión, locura. Haciamos el amor y la habitación se convertía en una flota de pasión, de descontrol, de placer. Él era mi mayor placer, el único real, el único verdadero, él me deslumbraba, me encandilaba. Yo era su tesoro más preciado, la flor de su pantano con más color, la única que seguía sobreviviendo a pesar de las lluvias y la que él tenía tanto miedo de arruinar, de desplantarla, tenía miedo de ahogarla con el agua o abandonarla demasiado, deshidratándola. Nos peleeabamos y nos destruiamos, los puñales llenos de palabras volaban del un lado al otro sin escrúpulos, sin temor. Nos odiabamos, nos odibamos con furia, con bronca, con dolor, nos odiabamos por no poder, por no lograrlo, nos odiabamos por caer de nuevo, por destruirnos, por matarnos una vez más.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Sos una malvada total. Me traumaste y ahora veo a tu mascota por todas partes, pero vos seguí dándole dow chow, que cuando tengamos mala suerte en papa (yakuza) lo vamos a visitar. Te quiero Anitalavalatina.
ResponderBorrar