La cueva da lugar a que las cosas sean un absurdo (si, como mar de ajó)
y como yo, que te digo que me gustas en el patio de la cueva
que me mancho de negro la pierna
y después de los vasos de cerveza,
de fernet trucho y de gancia
y que vos parezcas otro vos, que te sueltes
y me digas un montón de cosas
y cuando me veas hoy no te me acerques
ni a diez centímetros
ni me des un beso de esos que humillan a la soledad
como dirían las pastillas
pero en tu mensaje me prometas, que no va a volver a pasar
y a que, además, seas capaz de que por caminar de la mano con vos
la zona de la cueva no me de ni un poquititititito de miedo

Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o en la mera y sencilla felicidad.
J. L. Borges
J. L. Borges
viernes, 24 de diciembre de 2010
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario