Tantas veces me pense aquel destino y el camino que mis duendes ventureros me harán y me pregunto si seré la misma que era o tendré vieja la galera por hechizos que se van. Y quién me va a curar cuando me enferme? y le baste con tenerme solo un día más y a quién voy a encontrar cuando despierte? Seré mas fuerte? Habrá una nueva cicatriz? Seré feliz? Cual será mi casa, qué ruidos va a tener, qué historias va a esconder? Cuanto tiempo falta? A quién voy a perder y en quién voy a confiar cuando me caiga? Espero que valga no saber.
Tal vez duerma a las tres de la tarde, tal vez no hable o tarde años de la cama al sillón y tal vez solo me quedarán cinco amigos, me gustará meterme en lios sin tener razón y quién me va a curar cuando me enferme? y le baste con tenerme solo un día mas. Y a quién voy a encontrar cuando despierte? Seré mas fuerte? Habrá una nueva cicatriz? Seré feliz? Y cual será mi casa, qué ruidos va a tener, que historias va a esconder? Cuanto tiempo falta? A quién voy a perder y en quién voy a confiar cuando me caiga? Espero que valga no saber.
Pero lo único que pide esta mendiga, es que haya alguien que la abrigue y que le diga que de sus penas se olvide y que no importe cuantos días queden, ya vendrán más vidas donde sus catorce nietos jueguen entre tranvías.

Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o en la mera y sencilla felicidad.
J. L. Borges
J. L. Borges
lunes, 5 de enero de 2009
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