Salí un poco a la calle y no solo eso sino que tuve esas charlas que siempre hacen tan bien. Me sirvió tomar aire, charlas horas y horas, alejarme un poco de algunas cosas aunque sea por un rato. Se resume en una palabra: Guido.
Es un amigo, una oreja cuando la necesito, una persona que me cuenta todo y porque no, mas allá del chiste, un padre de mentiritas. Siempre quisé tener una relación con mi viejo como esta, poder contarle mis cosas, que me diera consejos, es eso, por eso será que disfruto tanto esos momentos y charlas. Los dos nos abrimos, los dos hablamos de todo y puedo contar cosas de una manera distinta a lo que hablo con los demás como más profundamente, más diciendo lo que me pasa y escuchando un buen consejo. Nos entendemos eso es lo que pasa, confiamos mucho en el otro. Gracias a él, en parte, pude volver a recuperarme y levantarme un poco de esa cosa rara que me pasaba, gracias pa :)

Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o en la mera y sencilla felicidad.
J. L. Borges
J. L. Borges
miércoles, 11 de febrero de 2009
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