El mundo

No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
Eduardo Galeano

Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o en la mera y sencilla felicidad.
J. L. Borges

martes, 4 de octubre de 2011

Hay relaciones pasadas que son a nosotros lo que las manchas de vino o fernet son a las camisas blancas. Es así, nos marcan y nos marcan a fuego puro, nos traban no nos dejan avanzar y sentimos durante mucho tiempo que hasta no resolver esas cosas no vamos a poder seguir adelante. Pero que pasa cuando esas cosas no se pueden resolver? Cuando sentís que no tiene ningún sentido y que tampoco hay forma de resolverlo y enterrarlo totalmente.
Porque volvemos a hablar como si fueramos amigos, tu novia me habla como si fuera su amiga y quedo ahí sin saber si me importa, si hay forma de resolverlo o si te llevaste con vos todas las esperanzas y la posibilidad de entregarme por completo a alguien. Quiero cambiar la camisa realmente quiero pero ninguna me queda bien todas son grandes o son chicas o el color no termina de convencerme. Algunas son muy berretas y otras bastantes buenas pero muy caras también.
Ninguna es justo lo que busco o al menos yo siento eso, que ninguna encaja, que ninguna va bien. Y también me pregunto si se tratará de buscar la que mejor nos queda o si en realidad, todo consiste en transformarnos y transformar a una camisa que no sea del todo la adecuada. Quizás, se trate de conformarse en realidad o de teñir un poco la camisa o entender que quizás el color violeta nos queda mejor que el blanco o que la camisa más ajustada nos pone un poco más lindos. Quizás sea eso o quizás no, quizás se trate de descubrir que la camisa que tenemos al fondo del placard que siempre la vimos vieja ( o la vimos como un amigo más) sea en realidad la que mejor nos calzan, la que mejor nos entiende y sobre todo, la que más nos quiere.

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