-Ah, vos querés decir por qué todo esto. Andá a saber, yo creo que ni vos ni yo tenemos demasiado la culpa. No somos adultos, Lucía. Es un mérito que se paga caro. Los chicos se tiran siempre de los pelos después de haber jugado. Debe ser algo así. Habría que pensarlo.
Yo soy una estúpida por ponerme mal con ese capítulo. Yo soy una tonta por fascinarme tanto con rayuela, por sentirme tan La Maga por momentos y por creer que necesito un Oliveria (sí, lo peor). De ser como ella a veces, de sentirme tonta alrededor de un grupo que intelectualiza (en este caso no sería un grupo) y vos también sus un poco él (o capaz no), el la quería más a La Maga aunque no lo dijera. Y ese nada que nunca llega a ser más que es lo que hace que uno se atrape (ya mezclo) y que Rayuela ingrese tanto a mi vida que yo le diga a Jeszy "hay que empezar a hacer eso, darnos como punto de encuentor un barrio, un radio de cuadras y caminar por ahí, viendo si nos encontramos o no" porque "andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos"

Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o en la mera y sencilla felicidad.
J. L. Borges
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