Y yo me quejo por quejarme al final (te quejás de llena diría Justina). No puedo quejarme de mi finde. De la casa de Mica, los bailes, los vasos de tequila con luces, la plaza, la guitarra, la música.
De el sábado despetarme a las 9, ir a San Telmo, la muestra, el cierre, la obra de arte. A la noche, el recital, note. Volver a casa, toda la familia, sandwichitos, empanadas, torta.
De que el domingo llegues media hora nada más tarde (increible), que mi futuro colega me mande un mensaje, que mauro me llame por telefono y que pareciera que todos queiren verme porque soy lo más. El recital, mis gritos, los saltos, las charlas en ronda, mis escritos, la soga del colgado, los bailes.
Y esto es como un resumen hecho por una gran cantidad de paja recorriendo mis venas y diciendome que no desarrolle más. Pero fue lindo todo.

Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o en la mera y sencilla felicidad.
J. L. Borges
J. L. Borges
lunes, 17 de mayo de 2010
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